La Iglesia de Dios Misionera de Guatemala es un espacio donde las personas encuentran una conexión espiritual profunda en Guatemala. Con servicios vibrantes y programas comunitarios, brinda esperanza y compasión a quienes buscan un propósito y sanación en sus vidas.
La Iglesia de Dios Misionera de Guatemala es un faro de fe en Guatemala. Con un enfoque en difundir el mensaje del evangelio, esta comunidad religiosa ofrece un refugio espiritual donde las personas pueden encontrar paz, sanación y una conexión más profunda con lo divino.
La Iglesia de Dios Misionera de Guatemala ha transformado numerosas vidas a través del amor divino. Con programas de alcance comunitario y servicios inspiradores, esta iglesia guatemalteca ha brindado esperanza, compasión y un camino espiritual a aquellos que buscan una relación más cercana con Dios.
Cada domingo, te invitamos a unirte a nosotros en un tiempo especial de adoración y enseñanza. Nuestros servicios dominicales son momentos en los que nos congregamos como comunidad para alabar a Dios, escuchar su Palabra y aprender juntos.
El llamado es siempre a tener comunión, armonía espiritual y social para animarnos como miembros del cuerpo de Cristo, esperando así la parousía del Cordero inmolado en la cruz nuestro Salvador.
En cada encuentro congregacional cultivamos nuestra fe con el mensaje de la Palabra de Dios, siguiendo los pasos de la primera iglesia en la Biblia, se dice que "ellos estaban dedicados a aprender lo que los apóstoles enseñaban, compartían lo que tenían, comían y oraban juntos" (Hch. 2:42 PDT). La comunión entre los santos hace crecer nuestra vida cristiana porque añadimos en cada servicio de adoración nuevas vivencias inolvidables que emanan de la armonía y del servicio incondicional que cada uno presenta a nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Por eso te invitamos a que te puedas unir con nosotros y congregarte porque somos una esfera de comunión cristiana para todas las edades, personas que necesitamos restauración, como el barro lo es en las manos del alfarero, así nuestra vida necesita ser moldeada por el autor y consumador de nuestra fe. Juntos atendamos el llamado a una misma Esperanza, es decir, a tener una vida plena en Jesucristo nuestro Salvador.